Pompeya fue una ciudad de la Antigua Roma ubicada junto con la ciudad de Herculano en la región de Campania, a 34 Km de la moderna ciudad de Nápoles y situados alrededor de la bahía del mismo nombre, en la desembocadura del río Sarno.
Pompeya fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.
Fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79, aunque hay pruebas arqueológicas que indican que pudo haber ocurrido más tarde en otoño, el 24 de octubre. Muchos de sus habitantes fallecieron debido al flujo piroclástico del volcán.
Pompeya permaneció sepultada y olvidada durante muchos siglos pero protegida bajo las capas de ceniza petrificada, lo que hizo que sus restos permanecieran muy bien conservados.
El hecho de que desapareciera en menos de 24 horas supuso que la ciudad y sus habitantes nos han dejado una imagen de cómo fue "El último día de Pompeya"
En la mañana del 24 de agosto [fecha tradicional], una columna de humo comenzó a ascender del volcán Vesubio. La población de los alrededores pensó que se trataba de un escape más de humo, pues ya había pasado en años anteriores. Pero esta vez la erupción se manifestó de dos diferentes maneras.
En Herculano, una especie de fango, mezcla de cenizas, lava y lluvia, inundó las calzadas y callejuelas de la ciudad, cubrió los tejados, y penetró por ventanas y rendijas. La gente salió horrorizada de sus casas y muy pocos pudieron huir de aquella ciudad italiana.
En Pompeya por su parte, el fenómeno se inició como una finísima lluvia de cenizas que nadie sentía. Luego cayeron los lapilli, pequeñas piedras volcánicas que se parecen a las normales, piedras pómez de varios kilogramos de peso. La ciudad quedó envuelta en vapores de azufre que penetraron por las rendijas y hendiduras de las casas y villas, y se filtraron en las togas que la población se ponía en nariz y boca para protegerse.
Los pompeyanos comenzaron a pasar angustiosos minutos, replegados en los rincones que podían encontrar. Y cuando en el último momento algunos trataron de huir, muchos murieron lapidados por las piedras pómez. Aterrorizada, la población retrocedió y se encerraba en sus casas. Pero era demasiado tarde. En algunos casos, los techos se derrumbaron, dejando sepultados a los inquilinos.
El 26 de agosto, el sol volvió a salir. Del Vesubio solamente salía una débil columna de humo, y el volcán se encontraba rodeado por un enorme pedrisco, del que apenas salía alguna columna o algún tejado. En una distancia de 18 kilómetros, el paisaje quedó asolado: los jardines no eran más que un terregal, y los campos estaban llenos de ramas ennegrecidas. Las partículas de cenizas se extendieron por África, Siria, y Egipto.
Se calcula que murieron aproximadamente 5000 personas durante la erupción del monte Vesubio.
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